¿Qué tiene que ver Nietzsche con el Marketing?
Uno de los pensamientos más conocidos de Friedrich Nietzsche es el que hace referencia a elegir de forma que si tuvieras que volver a vivir tu vida de nuevo la vivirías igual.
Partiendo de este punto de vista, en marketing debemos ser capaces de plantear una campaña de manera que si tuviéramos que volver a plantearla de nuevo lo haríamos igual.
Evidentemente con la experiencia post-campaña podemos rectificar o tener en consideración aspectos a modificar en futuras campañas. Pero lo que importa es que cuando planteamos una campaña lo hagamos sin dejar ningún cabo suelto. Para ello, al plantear una campaña debemos considerar siempre cinco puntos fundamentales:
1. El objetivo: qué perseguimos con la campaña, ¿acaso es notoriedad?¿comunicar un posicionamiento?¿incrementar las ventas en el corto plazo?¿lograr registros de usuarios?, etc. El objetivo u objetivos de una campaña deben ser concretos. Es preferible fijarse un solo objetivo pero medible y concreto que muchos objetivos generales, poco concretos y difíciles de medir. "Incrementar el conocimiento de marca" no es un objetivo en sí si no somos capaces de medirlo a posterior con un estudio de notoriedad. Cualquier acción de comunicación o campaña "incrementa el conocimiento de la marca", por ello si no podemos establecer un KPI para medir este "incremento" no sirve de nada.
2. El presupuesto: debemos realizar un presupuesto antes de lanzar la campaña lo más exacto posible para evitar sorpresas. Es mejor trabajar con las partidas algo "infladas" para cubrir posibles imprevistos que no trabajar con un presupuesto ajustado y después tener que dar explicaciones si se ha excedido el gasto. Además, para el seguimiento del ROI de la campaña también es importante tener claro cuál es la inversión que queremos rentabilizar. Si no contamos con presupuestos exactos de proveedores es aconsejable partir de costes de campañas anteriores y aplicarles un % de incremento previsto (ej. un 2%) en función de lo diferentes que sean las campañas.
3. Las acciones a realizar: un plan de campaña debe recojer el detalle de las acciones a realizar, tanto externamente como internamente. No debe contener todo el detalle de la acción pero sí el objetivo específico de cada acción, el orden de ejecución y el canal de comunicación. Es imprescindible valorar en una campaña todos los canales posibles: medios masivos, online, mobile, redes sociales, marketing directo, etc. Recordemos que un impacto en cada persona no es suficiente para que recuerde nuestra campaña y mucho menos para que pase a la acción. Debemos entender claramente cómo se mueve y cómo vive nuestro target para ser efectivos y lograr que nuestra campaña esté presente en cada oportunidad en la que nuestro target se exponga a un mensaje relacionado con nuestro sector o producto.
4. El modelo de seguimiento: debemos considerar a priori cómo vamos a realizar el segumiento de una campaña y qué KPIs vamos a fijar como fundamentales para valorar la buena evolución de nuestra campaña en función de los objetivos fijados.
5. El retroplanning: la planificación de la campaña debe ser lo más detallada posible y debe contemplar desde el momento de la presentación interna, pasando por el proceso de decisión interno hasta la ejecución de cada acción y el cierre de la campaña. Cuanto más detallado sea el retroplanning mejor servirá como hoja de ruta a seguir. Este retroplanning también nos puede ayudar para involucrar a los diferentes proveedores o agencias en las fechas que manejamos. Es aconsejable discutir el calendario con estos colaboradores antes de "vender" la campaña internamente puesto que si nos la aprueban dentro de las fechas previstas para tal efecto será difícil justificar retrasos no previstos.
Evidentemente en la confección de un plan de campaña cabe considerar más elementos pero si se ha trabajado debidamente en estos cinco puntos nuestra campaña tendrá más posibilidades de ejecutarse tal y como lo haríamos si tuviéramos que ejecutarla de nuevo, tal y como lo haría Nietzsche.
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